"Que cada cual persista en su naturaleza.
…solo en medio de los tormentos…
Allí, en un bosquecillo rodeado de flores, con profundo sopor, duerme el hermafrodita, sobre el césped mojado por sus lágrimas.
Los pájaros, despiertos, contemplan…
…no abras los ojos…
…esas notas perladas…que se escapan cadenciosas…a través de las ondas elásticas de la atmósfera.
Los obstáculos de mi oído se deshicieron de una manera brusca…
…el tímpano crujió por el choque de esa masa de aire sonoro…
La piel desaparece…
…no quedarán ni los dedos…
…las estrellas se hundirán…"
(cada frase es una cita seleccionada de la obra del escritor Isidore Ducasse, conocido como el “Conde de Lautreamont” (Uruguay, 1846-1870). Las reuní para que adquirieran un nuevo sentido -relacionado con la incidencia del sonido y su experiencia -. El objetivo inicial era reproducirlas en parlantes que estarían ocultos entre los árboles de la Quinta de Santos, con motivo de una puesta en escena para homenajear al autor. Pero dicho evento jamás tuvo lugar, y recién hoy vuelven a tener un sitio para ser escuchadas)
“Tal vez los Cantos de Maldoror fueron dictados al Conde de Lautremont por una voz secreta, durante las pesadillas de las fiebres producidas por las enfermedades que los puritanos llamaron vergonzosas, doble injuria semántica con que se castiga al placer del mundo. Aunque también podría ser un libro procedente del infierno, o caído de alguno de los paraísos llamados "artificiales", allí donde el ojo cree percibir las imágenes convulsivas de la belleza. Libro que se mantuvo oculto, durante 50 años, a la espera de sus lectores porque su imprecación no busca un fin utilitario, una solución a los problemas de la sociedad.”
…solo en medio de los tormentos…
Allí, en un bosquecillo rodeado de flores, con profundo sopor, duerme el hermafrodita, sobre el césped mojado por sus lágrimas.
Los pájaros, despiertos, contemplan…
…no abras los ojos…
…esas notas perladas…que se escapan cadenciosas…a través de las ondas elásticas de la atmósfera.
Los obstáculos de mi oído se deshicieron de una manera brusca…
…el tímpano crujió por el choque de esa masa de aire sonoro…
La piel desaparece…
…no quedarán ni los dedos…
…las estrellas se hundirán…"
(cada frase es una cita seleccionada de la obra del escritor Isidore Ducasse, conocido como el “Conde de Lautreamont” (Uruguay, 1846-1870). Las reuní para que adquirieran un nuevo sentido -relacionado con la incidencia del sonido y su experiencia -. El objetivo inicial era reproducirlas en parlantes que estarían ocultos entre los árboles de la Quinta de Santos, con motivo de una puesta en escena para homenajear al autor. Pero dicho evento jamás tuvo lugar, y recién hoy vuelven a tener un sitio para ser escuchadas)
“Tal vez los Cantos de Maldoror fueron dictados al Conde de Lautremont por una voz secreta, durante las pesadillas de las fiebres producidas por las enfermedades que los puritanos llamaron vergonzosas, doble injuria semántica con que se castiga al placer del mundo. Aunque también podría ser un libro procedente del infierno, o caído de alguno de los paraísos llamados "artificiales", allí donde el ojo cree percibir las imágenes convulsivas de la belleza. Libro que se mantuvo oculto, durante 50 años, a la espera de sus lectores porque su imprecación no busca un fin utilitario, una solución a los problemas de la sociedad.”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario