28 abril 2007

Se va

El ser humano es un testigo envainado temporalmente en su cuerpo, cual astronauta en su traje de piel.

Testigo de su propia naturaleza durante una creciente colección de instantes.

Sonido que muta entre la tierra y la luz.

24 abril 2007

Hang Drum


El pianista y percusionista israelí, Ravid Goldschmidt, 24, que hace sólo año y medio tocaba por las calles del barrio gótico de Barcelona, es hoy contratado para todo tipo de eventos y conciertos, ha grabado su propio disco y da clases de hang a un buen número de alumnos:

-Parece un platillo volante.

-Pues es un instrumento musical.

-¿Seguro que eres el único profesor de hang de España?

-Segurísimo. Y hace un año y medio era la única persona en España que tenía uno.

-¿Y hoy?

-Hoy en toda España puede haber un máximo de 40 hangs, la mayoría en Barcelona.

-¿Producto de laboratorio?

-Exactamente. Lo han creado dos suizos de Berna (año 2000), Félix y Sabina, después de 10 años de investigación.

-¿De la nada?

-No. Ellos construían steel drums, esos tambores metálicos de Trinidad. Sobre esa base, investigaron cómo crear un nuevo steel drum más pequeño, más armónico y más suave.

-¿Qué tiene de especial?

-Es muy simple, está hecho de acero, tiene su caja de resonancia y cada uno de estos círculos es una nota. Escucha (golpea con los pulgares) dong-ding-ding-dong...

-¿Re, mi, fa, sol...?

-Claro. En total ocho notas empezando por re menor. Es la escala Aeolian.

-¿Una escala no es muy poco?

-Para los europeos, sí. Para los africanos es incluso demasiado (ríe). Ellos con tres notas hacen maravillas.

-¿Es especialmente apto para pop, clásico, new age...?

-Es tan reciente que aún está buscando su lugar. Pero, escucha: ding-ding-dong ¿Te suena?

-Mucho pero no acierto a...

-Es la sonata Claro de Luna de Beethoven. Pero también puedes hacer un ritmo africano, de jazz... todo.

-¿A ver?

-No. Con éste no puedo. Este es escala Aeolian y necesito otras escalas. Hay más de 40 tipos de hangs todos con distintas escalas. Yo en casa tengo cuatro.

-¿Cómo son?

-Del mismo tamaño pero afinados de otra manera. Tengo uno pentatónico que suena a chino, otro que suena a árabe y otro afro.

-¿Acompaña bien?

-Puede ser solista. Yo tengo grabado todo un CD con composiciones propias sólo para hang. Pero también estoy colaborando con un cantante flamenco y, en guitarra española, he acompañado a Toni Xuclà, de Sabadell.

-¿Le acompañarás el próximo 4 de septiembre en su concierto de Festa Major?

-Si él quiere... Hemos compuesto temas juntos y ya hemos grabado tres.

-¿Conoces personalmente a esos Félix y Sabina de Berna?

-Sí. Al final viajé de Jerusalén a Berna para conocer el estudio Panart.

-¿Descubriste así el instrumento?

-Lo descubrí en un festival de música de Jerusalén. Me enamoré inmediatamente de su sonido mágico, escribí a Félix y Sabina y compré uno por e-mail.

-¿No fue suficiente?

-No. Enseguida comprendí que éste iba a ser el instrumento de mi vida y fue cuando me decidí a viajar a Berna. Estuve en Panart meses estudiando hang.

-¿Se puede comprar en España?

-Sólo en la tienda de la calle Bon Succés de Barcelona. Yo les insistí y les busqué el contacto.

-¿Sabías que iba a venderse bien?

-Sí porque se está vendiendo en todos los países del mundo y porque cuando lo toco en la calle toda la gente se queda impresionada. Tiene un sonido tan especial.

-¿Queda todavía mucho por investigar?

-Todo. Yo mismo estoy escribiendo manuales para mis alumnos sobre cómo mover el cuerpo y cómo poner las manos. Todo está por descubrir.

-¿Por qué tocas con guantes?

-Un poco para suavizar el sonido, pero sobre todo para protegerme los dedos. Mira el callo que me ha salido en el pulgar.

-¿Qué significa hang?

-"Mano" en el dialecto suizo alemán de Berna.

-¿Cómo has venido a parar a España?

-Quise hacer el Camino de Santiago en el año jacobeo del 2004 y por la ruta de la plata, es decir desde Sevilla. Lo hice y me quedé en Barcelona.


Extraído de “Cara a Cara” de Víctor Colomer
http://drac.com/cac/


Entre tanto tambor nos queremos referir a uno que no tiene que ver con las Llamadas (Carnaval). Se trata del instrumento que el jueves de noche subyugó a la gente en el Teatro de Verano en manos de Nicolás Arnicho, bombista de La Catalina y excelente percusionista. Hang drum, así es su nombre en inglés. Se trata de uno de los instrumentos mas recientemente creados, por el año 2000 en Berna, Suiza. La caída se refiere a la mano humana, como mano tambor. Tiene dos hemisferios de metal enlazados: el ding y el gu.

El ding suena como un gongo, del otro lado el gu tiene un agujero del tamaño de la mano para la resonancia sana. Se puede ejecutar con las yemas de los dedos, los pulgares y el talón de la palma o una mezcla de los tres, pudiéndoselo sostener sobre las rodillas o con un soporte.


http://www.larepublica.com.uy/


No resulta nada sencillo acometer una banda sonora como la que el ménage a trois integrado por Rick Smith, Karl Hyde (Underworld) y Gabriel Yared ha tenido a bien organizar para el último título del realizador británico Anthony Minghella, Breaking and Entering.

Minghella y Yared forman una entente creativa y cordial que recuerda en muchos aspectos a la de Leone y Morricone. El director dirige escenas pensadas inequívocamente para una determinada música, toda vez que el músico escibe una partitura milimétricamente ajustada a los travelling, planos-secuencia o juegos de miradas que el director saca de su chistera... ¿Qué habría ocurrido, sin embargo, si Leone hubiera acometido a principios de los setenta un thriller psicológico alejado del oeste, rodado en los suburbios de una gran ciudad, a la vez que Morricone se hubiera apoyado en las arrogantes estridencias de Fripp y Wetton (King Crimson) para la organización de su partitura? Tan imposible suposición hubiera tenido un resultado semejante al de la música que aquí nos ocupa.

Yared se ha impuesto últimamente musicar sólo películas que desafíen las convenciones y, asegura en sus declaraciones a propósito de este trabajo, que Breaking and Entering le sedujo sobre todo por la oportunidad de hacer algo totalmente nuevo, distinto. "Este trabajo de Minghella no se parece en nada a sus películas anteriores, lo que me permitía explorar sonoridades nuevas, dar un giro de tuerca a mi trabajo como compositor..."

El músico francés nació en Beirut en 1949, pero acabó afincándose en Francia y grabando sus partituras en Inglaterra. Algo parecido ocurrió con Minghella, hijo de unos heladeros italianos que hicieron fortuna en la inglesa isla de Wight y permitieron al vástago en cuestión que probara también suerte en la BBC como realizador de documentales... Yared siempre insiste que Minghella y él comparten un universo musical en el que Bach es Dios y los músicos de jazz sus profetas. "Somos como almas gemelas", suscribe el compositor.

El último proyecto de Yared es la constitución de una banda itinerante de ocho músicos de jazz, con un claro predominio de las percusiones, iniciando una gira por varios países con conciertos planteados muy al estilo de una jam session.

Parece como si, de golpe y porrazo (nunca mejor dicho), el compositor galo hubiera quedado prendado de las percusiones, lo que lleva también a reflexionar sobre el papel de este primitivo recurso instrumental en la música de cine.

Desde Leonard Bernstein con On the Waterfront (1954) a Stewart Copeland con Rumble Fish (1983), músicos de muy diversa procedencia han sabido crear emociones para el cine partiendo de simples instrumentos de percusión. Apoyadas en orquestas o en ráfagas de sintetizador, las percusiones ilustran escenas de batalla o acción, de intriga o de suspense. En La Classe Operaia Va in Paradiso (1971), Ennio Morricone va más lejos y desarrolla un poema sinfónico basado escuetamente en las percusiones que los obreros ejecutan a diario en la construcción de vías o viviendas, y es que las percusiones no están más lejos de una poesía en celuloide de lo que estarían un violín, un piano, un saxo o una guitarra. Para empezar, el mismo latido del corazón interpreta un concierto percusivo, impone un ritmo con el que muchos compositores de cine han sabido conjugar la música de sus escenas.

Yared se apoya para esa atmósfera percusiva en dos "arquitectos" del tecno-pop más rabiante del Reino Unido: Rick Smith y Karl Hyde, del grupo Underworld. El propósito no es otro que el de proporcionar textura musical a un paisaje estrictamente interior, íntimo: el de la conciencia. Los personajes de Breaking and Entering, tanto los principales como los secundarios (sobresale aquí la labor de Vera Farmiga como tecno-prostituta de bajos fondos), son arrojados a un universo sombrío de realidades muy distantes, de intimidades violadas, de intenciones contrapuestas que desafían la capacidad del espectador para la interpretación psicológica. Yared impone una unidad a través del piano, con aires impresionistas que hubiera podido firmar Acchile-Claude Debussy, permitiendo que el grueso del paisaje sonoro quede sumido en un arrebato continuo de percusiones, vocalizaciones etéreas y recursos atmosféricos.

La guinda la pone el hang drum, un tambor metálico del folklore suizo con aspecto de platillo volante y que se interpreta con la mano (hang significa "mano" en bernés).

Smith, Hyde y Yared se reunieron en los estudios de Abbey Road a principios del año pasado para grabar los 16 cortes que constituyen el verdadero pulso de la película. Película y música, música y película, inauguran un nuevo concepto de banda sonora y afianzan la trayectoria de un músico oscarizado metido a explorador de ambientes musicales.


Extractado del comentario escrito por Jordi Montaner.
http://www.bsospirit.com/


¿Quién quiere oír?

Se dice que algunas especies de Lycoperdon son utilizadas por los mixtecas de Oaxaca, Méjico, como alucinógenos auditivos. Hacen que se oigan voces en un estado de semisomnolencia que empieza media hora después de la ingestión (Heim, 1967; Ravicz, 1961).

En la India antigua, hace 3.500 años, se daba culto a una planta narcótica conocida como “soma”. La planta era tan sagrada que se convirtió en un dios. Existen más de 1.000 himnos en el Rig Veda, de los que 120 están dedicados totalmente al “soma”.

Tenemos un gran conocimiento del uso sagrado de los hongos en tiempos anteriores a la Conquista, debido a que las autoridades eclesiásticas escribieron mucho acerca del “teonanacatl” (carne de los dioses): “…los nativos los comen acompañados de miel, y cuando empiezan a estar excitados por ellos empiezan a danzar, cantar y llorar.”

Entre los mazatecas en ocasiones el chamán puede ser una mujer. Una de las chamanes más conocidas (María Sabina) dirigió una velada nocturna por primera vez para gente de cultura norteamericana y europea: fue una velada en la que Wasson estaba presente. Los participantes tomaron su ración de hongos a la 1 a.m. Las visiones comenzaron a los 20 minutos. Nadie durmió hasta las 4 de la madrugada. Según palabras de Wasson: “…fue como si mi alma hubiera salido de mi cuerpo y se hubiera transferido a un punto que flotaba en el espacio…nuestros cuerpos yacían allí mientras nuestras almas fermentaban…tuvimos visiones…primero…patrones geométricos, angulares o circulares, de rico colorido…luego los patrones crecieron hasta convertirse en estructuras arquitectónicas…de magnificiencia y riqueza que iba más allá de la vista…habíamos sido alcanzados en nuestro núcleo más íntimo. En un nivel el espacio había sido aniquilado y viajábamos tan rápido como era posible por nuestros mundos visionarios.
Cuando se apagó la última vela, el chamán empezó a gemir, primero en tono bajo, luego fuerte. Más tarde el gemido cesó, y empezó a articular sílabas aisladas, cada sílaba consistía en una consonante seguida por una vocal. Las sílabas surgían sincopadas, en rápida sucesión, habladas, no cantadas, generalmente casi ventrílocuamente. Pasado un rato, las sílabas se agruparon en lo que creímos palabras y la Señora empezó a cantar. El canto continuó intermitentemente a lo largo de toda la noche.
El canto y el lenguaje oracular resultó ser solo una parte de lo que íbamos a ser testigos…la Señora estaba de pie o arrodillada frente al altar gesticulando…luego, mucho más tarde, la Señora se abrió paso en el espacio abierto…y se lanzó a una especie de danza que debió durar unas dos horas o más.” (Wasson, 1957).

Parece ser que una de las plantas más apreciadas entre los indios tarahumaras de Méjico es una especie de “Scirpus” denominada “bakana” o “bakanawa”, el mismo nombre que se aplica al cactus psicoactivo “Coryphanta compacta” (Bye, 1976).
Esta planta atrae mucho a los indios locales. Los curanderos pueden usar la planta para aliviar el dolor o llevar encima las partes tuberosas de las plantas como ayuda para curar la locura. Los tarahumaras temen cultivar “bakana”, puesto que creen emite fuertes ruidos que enloquecen a las personas.

Los indios de la región pariana, de la parte central de la amazonia brasileña, preparan un rapé alucinógeno empleado en las danzas ceremoniales.

“De particular importancia mágica son las sanaciones en las que el médico-brujo inhala “hakudufha”. Se trata de un rapé mágico que usan exclusivamente los médicos-brujo y que se prepara a partir de la corteza de cierto árbol…el brujo sopla un poco de polvo mediante una caña al aire. Luego lo esnifa, un rato después, con la misma caña, absorbiendo el polvo sucesivamente en cada orificio nasal. El “hakudufha” evidentemente tiene un fuerte efecto estimulante, puesto que de inmediato el brujo empieza a cantar y a gritar salvajemente, mientras golpea la parte superior de su cuerpo por detrás y por delante” (Koch-Grunberg, 1923).

El culto “jurema” parece ser antiguo. Los indios bajo la influencia del “jurema” pasan la noche navegando a través de las profundidades del sueño ligero (Goncalvez, 1946). Todos los celebrantes contemplan gloriosas visiones de la tierra del espíritu, con flores y pájaros. Pueden tener un atisbo de las rocas que aplastan las almas de los muertos que viajan hacia su meta o ver al pájaro-trueno que envía rayos desde un gran penacho sobre su cabeza y produce ruidos de trueno al correr”

En épocas anteriores al “peyote”, en América del sur y del norte de Méjico, los nativos empleaban las habichuelas rojas de la “Shopora secundiflora” como base de un culto de búsqueda de visiones. Se le conoce de distintas formas: La Danza de la Habichuela Roja, La Danza de Wichita, La Danza del Venado, La Danza del Silbato y La Sociedad de la Habichuela Roja.

Los chamanes de los indios chontal del sur de Méjico, que creen que las visiones que se contemplan durante la embriagación plasman el futuro, o ayudan a profetizar, afirman que la planta que ellos denominan “thlepelakano” (hoja de dios) despeja los sentidos. Se bebe lentamente una infusión de hojas secas, tras lo cual el nativo se echa en un lugar tranquilo y fuma un cigarrillo de hojas secas de la misma planta. Sabe que ha tomado lo suficiente cuando empieza a marearse y oye latir su corazón.



(Extractos de la ponencia “El campo virgen en la investigación de las plantas psicoactivas” de Richard Evans Schultes, publicada en el libro “Plantas, chamanismo y estados de conciencia”, editado por Josep María Fericgla).