La globalización es un término acuñado por diferentes motivos, que de alguna manera me gustaría comentar. Sobretodo en lo que respecta a la música.
Antes de ello vale la pena mencionar que hay diferentes posiciones respecto al tema. Están quienes miran el asunto con miedo, atentos, debido a los cambios que implica en nuestras vidas. Es que económicamente hablando, bajo la palabra puede esconderse una conducta donde el más fuerte quiera absorber al más débil. Es fácil apoyar a la globalización si implica que los demás se ajustarán a mis reglas, mis necesidades, mis prioridades y no las de otros.
El Jefe del Equipo de Tareas Asuntos Globales del Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania, el señor Otto Lampe, dijo en la revista “Deutschland” (junio 2003): “...miedo de perder nuestra propia identidad nacional, regional o cultural. Miedo de perder nuestra autodeterminación política, económica, social y cultural...miedo de que la extensión del libre comercio a los países en desarrollo afecte a los pobres mediante la explotación y reveses críticos. Miedo de una “MacDonaldización” global, es decir, de la destrucción de sistemas de valores tradicionales...”
Respecto a la música como identidad nacional o valor tradicional, quizás no debiera preocupar tanto, dado que la fusión de distintos tipos de música e instrumentos, al estilo Bajofondo Tango Club (colectivo que amalgama estilos electrónicos con elementos del tango), solamente significa la apertura hacia una nueva posibilidad sonora que no desplaza a ninguna otra, más que en el tiempo de escucha que cada uno quiera dedicarle. El Tango seguirá siendo ejecutado y oído por la gente que gusta del tango. Basta con que cada país promueva y defienda con verdaderos aportes y lugares a la manifestación de cada estilo tradicional, propio por cultura, costumbre y hábito de la gente.
El avance enorme en la red de comunicaciones ha permitido que los pobladores de diferentes países entren en contacto con nuevas propuestas, opciones, tendencias que puedan ser elegidas...
No se puede juzgar y limitar a la gente por querer algo diferente, por sentir la necesidad de explorar nuevos senderos...
Es un mundo repleto de colores diferentes, de paisajes, de piel, banderas...el respeto es un imperante.
A través de un computador personal, un músico puede ejecutar y grabar un ritmo inspirado en las tradiciones de su país. Posteriormente envía ese registro vía mail a una cantante hindú que reside en Ámsterdam, quien a su vez canta y graba su voz agregándola a la grabación original del ritmo.
Asimismo dicha grabación puede ser enviada a un flautista en USA (quien se especializa en melodías nativo americanas), y éste puede interpretar una nueva frase musical inspirada en las estructuras que le han enviado.
(En realidad esta ha sido la descripción de mi propia experiencia. Hace un tiempo ejecuté y grabé un ritmo con un jarrón -es un instrumento de origen africano llamado Udu- y se lo envié a la cantante hindú Sandhya Sanjana y al flautista norteamericano Voice of Golden Eagle, quienes participaron con sus interpretaciones).
Musicalmente asistimos a un fenómeno de intensa fusión mediante la expansión de los conceptos musicales, provocada por la manipulación de fuentes sonoras de diversos orígenes culturales...es un contagio sin enfermedad...
El trompetista Miles Davis exploró con escalas egipcias, ritmos africanos, deejays...sus seguidores jazzísticos no estuvieron muy de acuerdo ¿y qué?
Actualmente se encuentran a disposición de los músicos cientos de librerías de sonidos del mundo compilados en CD -grabados in situ-, incluyendo voces, frases completas, loops y grabaciones ambiente de cada país (ya sea en formato audio, wav para PC, aiff para Mac, Akai, Rex, etc), a los efectos de poder asignarlos a un teclado controlador MIDI o manipularlos por software para la creación de canciones.
A pesar de ser dedicadas grabaciones en las que se utilizaron músicos, técnicas y equipos profesionales, cuentan con la ventaja de ser sonidos libres de derecho de autor, siendo único requisito en la mayoría de los casos la mención de la fuente, empresa o dirección web de quien los produjo. Alcanza con el dinero invertido en la compra del CD original.
A través del software pueden combinarse simultáneamente en un teclado los golpes de un djembé africano, el soplo de una flauta shakuhachi japonesa y la vibración de una campana tibetana, a modo de ejemplo. Pero las combinaciones posibles son infinitas. Y eso sin contar que cada sonido puede ser modificado en su duración y tono, o simplemente a través de la innumerable cantidad de filtros disponibles.
Los músicos incrementan el conocimiento sobre las estructuras musicales cotejando y utilizando constantemente no solo los ritmos y melodías originales de culturas diferentes, sino también las nuevas variaciones y mezclas que ya han dado a luz las fusiones contemporáneas.
Es un tráfico de información imponente, cuando no avasallante. Pero al fin de cuentas no podemos quejarnos por no poder asimilar tanto ni por no poder llevar a cabo todos los proyectos sonoros que imaginamos.
Debemos agradecer por la comunicación a la cual tenemos acceso en la actualidad y por las nuevas posibilidades que nos ha permitido.
Somos hijos de la circunstancia y destino de este planeta, de un mundo plagado de diferencias, de polaridades que intercambian sus presencias en danza constante...
Intentemos lo imposible. Tenemos la libertad para marcar un límite, y también para borrarlo.
Una vez más, exploremos con respeto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario