Hace más de cuatro mil años, la lava procedente de las erupciones del Volcán de La Corona abrió un canal de 7 km en el subsuelo, conocido hoy como La Cueva de los Verdes.
Actualmente es el escenario natural donde se efectúa el Festival de Música Visual de Lanzarote (una de las Islas Canarias, ubicada a unos 100 km de la costa africana).
La realización de este ciclo de festivales comenzó en 1987, impulsada por el artista plástico Ildefonso Aguilar -desarrolla su labor creativa en los campos de la pintura, las nuevas músicas y la fotografía-, quién tuvo la idea de invitar al músico Brian Eno para una serie de conciertos que se llamó Two Opal Evening.
La cueva es un sitio ideal para conjugar música, efectos de luz y color sobre sus rugosas paredes.
Allí se dieron cita músicos de todo el mundo: Trilok Gurtu, Jan Garbarek and the Hilliard Ensemble, Paul Horn, Eberhard Weber, David Darling, Geoffrey Oryema, Papa Wemba, Dino Saluzzi, y Andreas Vollenweider, entre otros.
En enero de 1991, durante uno de los recitales, un músico canceló su actuación, lo cual motivó a los músicos restantes a realizar un concierto espontáneo. Suso Saiz ejecutó sus guitarras etéreas mientras Steve Roach recreó atmósferas primigenias con sus sintetizadores. Y Jorge Reyes se desenvolvió con ritmos de corte precolombino.
A gusto con el resultado, estos tres músicos repitieron la experiencia en el Espacio Escultórico de Mejico, en un ambiente imponente rodeado por 64 monolitos de piedra.
En enero de 1992 se reunieron en la casa de Roach para efectuar su primer grabación, en el desierto de Tucson, Arizona. Estuvieron 7 días encerrados en el estudio donde apenas se podía caminar entre tantos instrumentos desparramados por el suelo: ocarinas, didgeridoos, sintetizadores, tambores y flautas, guitarras y procesadores…
Allí nació su primer disco juntos, llamado Forgotten Gods. Y el grupo de músicos fue conocido por el nombre Suspended Memories.
Steve Roach está a cargo de los sintetizadores -donde recrea gruesos colchones sonoros que evocan sueños y espacios míticos-, programación de ritmos y percusión con sonidos sampleados, voz, didgeridoo y flauta Lakota.
Jorge Reyes toca ocarinas y flautas de origen prehispánico, piedras, caparazones de tortuga y todo tipo de percusiones.
Suso Saiz en guitarras eléctricas y procesadores, incluyendo la manipulación de radio de onda corta -aún cuando está en vivo-.
En 1994 editan su segundo disco llamado Earth Island.
Si bien ambos discos son similares, podriamos decir que Forgotten Gods es más “rítmico” que el segundo. Ambos brillantes.
Y hablando de colaboraciones, no puedo dejar de mencionar la participación de Steve Roach en el disco Halcyon Days (1996), junto a Stephen Kent (un didgeridoo muy activo, con sonido orgánico) y Kenneth Newby. Es un álbum de esencia tribal, con una percusión muy marcada -tambores al frente-, sintetizadores oscuros e inquietantes, y didgeridoos que “hablan”.
Roach también participa en Kiva (1995) junto a Michael Stearns y Ron Sunsinger. Kiva representa el inquebrantable círculo de la Tierra. El lugar de encuentro de los diferentes pueblos del planeta. El disco está signado por potentes sonidos que recuerdan a relámpagos y tambores de sonido profundo, ritual. A lo largo del álbum discurren grabaciones originales de ceremonias sagradas bajo la influencia del peyote (cactus visionario del desierto) y la ayahuasca (brebaje poderoso preparado en base a lianas y raíces de la jungla amazónica).
Michael Stearns, creador de la banda sonora de la película contemplativa Baraka (filmada en los lugares más sorprendentes del mundo), tiene otro disco singular llamado Singing Stones (1994), en colaboración con Ron Sunsinger. En esta oportunidad la exploración está enfocada principalmente a las sonoridades generadas desde el roce y los golpes percutidos en rocas, aunque también se utilizaron grabaciones hechas con micrófonos sensibles a las vibraciones de la tierra junto a los volcanes.
Se cierra un nuevo círculo. Comenzamos en el volcán de Lanzarote, y terminamos hablando sobre las grabaciones de vibraciones volcánicas de Singing Stones.
La Tierra está viva, bien caliente. Y suena.
Cinco discos sintonizados que se complementan y parecen resumir lo mejor de un estilo, de una forma de explorar con el sonido a través de la inspiración que surge en nuestro interior cuando entramos en contacto con lo más sagrado de otras civilizaciones. Cinco capítulos que son la banda sonora de mitos y ceremonias en la noche, sueños que los hombres tienen aún cuando están despiertos.
Actualmente es el escenario natural donde se efectúa el Festival de Música Visual de Lanzarote (una de las Islas Canarias, ubicada a unos 100 km de la costa africana).
La realización de este ciclo de festivales comenzó en 1987, impulsada por el artista plástico Ildefonso Aguilar -desarrolla su labor creativa en los campos de la pintura, las nuevas músicas y la fotografía-, quién tuvo la idea de invitar al músico Brian Eno para una serie de conciertos que se llamó Two Opal Evening.
La cueva es un sitio ideal para conjugar música, efectos de luz y color sobre sus rugosas paredes.
Allí se dieron cita músicos de todo el mundo: Trilok Gurtu, Jan Garbarek and the Hilliard Ensemble, Paul Horn, Eberhard Weber, David Darling, Geoffrey Oryema, Papa Wemba, Dino Saluzzi, y Andreas Vollenweider, entre otros.
En enero de 1991, durante uno de los recitales, un músico canceló su actuación, lo cual motivó a los músicos restantes a realizar un concierto espontáneo. Suso Saiz ejecutó sus guitarras etéreas mientras Steve Roach recreó atmósferas primigenias con sus sintetizadores. Y Jorge Reyes se desenvolvió con ritmos de corte precolombino.
A gusto con el resultado, estos tres músicos repitieron la experiencia en el Espacio Escultórico de Mejico, en un ambiente imponente rodeado por 64 monolitos de piedra.
En enero de 1992 se reunieron en la casa de Roach para efectuar su primer grabación, en el desierto de Tucson, Arizona. Estuvieron 7 días encerrados en el estudio donde apenas se podía caminar entre tantos instrumentos desparramados por el suelo: ocarinas, didgeridoos, sintetizadores, tambores y flautas, guitarras y procesadores…
Allí nació su primer disco juntos, llamado Forgotten Gods. Y el grupo de músicos fue conocido por el nombre Suspended Memories.
Steve Roach está a cargo de los sintetizadores -donde recrea gruesos colchones sonoros que evocan sueños y espacios míticos-, programación de ritmos y percusión con sonidos sampleados, voz, didgeridoo y flauta Lakota.
Jorge Reyes toca ocarinas y flautas de origen prehispánico, piedras, caparazones de tortuga y todo tipo de percusiones.
Suso Saiz en guitarras eléctricas y procesadores, incluyendo la manipulación de radio de onda corta -aún cuando está en vivo-.
En 1994 editan su segundo disco llamado Earth Island.
Si bien ambos discos son similares, podriamos decir que Forgotten Gods es más “rítmico” que el segundo. Ambos brillantes.
Y hablando de colaboraciones, no puedo dejar de mencionar la participación de Steve Roach en el disco Halcyon Days (1996), junto a Stephen Kent (un didgeridoo muy activo, con sonido orgánico) y Kenneth Newby. Es un álbum de esencia tribal, con una percusión muy marcada -tambores al frente-, sintetizadores oscuros e inquietantes, y didgeridoos que “hablan”.
Roach también participa en Kiva (1995) junto a Michael Stearns y Ron Sunsinger. Kiva representa el inquebrantable círculo de la Tierra. El lugar de encuentro de los diferentes pueblos del planeta. El disco está signado por potentes sonidos que recuerdan a relámpagos y tambores de sonido profundo, ritual. A lo largo del álbum discurren grabaciones originales de ceremonias sagradas bajo la influencia del peyote (cactus visionario del desierto) y la ayahuasca (brebaje poderoso preparado en base a lianas y raíces de la jungla amazónica).
Michael Stearns, creador de la banda sonora de la película contemplativa Baraka (filmada en los lugares más sorprendentes del mundo), tiene otro disco singular llamado Singing Stones (1994), en colaboración con Ron Sunsinger. En esta oportunidad la exploración está enfocada principalmente a las sonoridades generadas desde el roce y los golpes percutidos en rocas, aunque también se utilizaron grabaciones hechas con micrófonos sensibles a las vibraciones de la tierra junto a los volcanes.
Se cierra un nuevo círculo. Comenzamos en el volcán de Lanzarote, y terminamos hablando sobre las grabaciones de vibraciones volcánicas de Singing Stones.
La Tierra está viva, bien caliente. Y suena.
Cinco discos sintonizados que se complementan y parecen resumir lo mejor de un estilo, de una forma de explorar con el sonido a través de la inspiración que surge en nuestro interior cuando entramos en contacto con lo más sagrado de otras civilizaciones. Cinco capítulos que son la banda sonora de mitos y ceremonias en la noche, sueños que los hombres tienen aún cuando están despiertos.
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