
Cada cara del cubo representa un instrumento, un bucle o muestra de sonido. Cada una de ellas reproduce un instrumento pero es posible interactuar con el instrumento digital, con giros del cubo sobre sí mismo.
Estas vueltas ajustarán la nota, el pitch o volumen del instrumento, y todo esto en función de la posición de cada color en las facetas del cubo. El cubo de Rubik se ha convertido en un controlador de secuenciador.
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