El saxofonista noruego Jan Garbarek es uno de esos pocos músicos de los que se puede decir que posee un sonido propio, distintivo, personal.
Durante muchos años su nombre ha sido garantía de conciertos y álbumes excepcionales. No sólo por su perfección técnica, sino también por su habilidad para incorporar a su repertorio diferentes estilos y experiencias, recogidos por todo el mundo. Melodías de largo recorrido, formales, delicadas, algo graves pero siempre tiernas, componen su marca. Y una y otra vez sus conciertos fascinan por su intensidad total y su indiscutible calidad. La audiencia se transforma, fiel a la certeza de que junto a Garbarek emprenden el viaje más inspirado.
Garbarek comenzó grabando para el sello ECM en los 70, lo que le dio oportunidades para tocar con Chick Corea y Don Cherry, pero fue su asociación con el cuarteto del pianista Keith Jarrett lo que lo hizo “famoso”, resultando en las grabaciones clásicas “My Song” y “Belonging”. En los 80 sus grupos incluyeron al bajista Eberhard Weber y varias veces a los guitarristas Bill Frisell y David Torn. También realizó originales grabaciones junto a los brasileros Egberto Gismonti y Naná Vasconcelos.
Su tono es extremadamente austero, manteniendo su distancia, sustrayéndose al atractivo de caer en la suavidad de lo excesivamente melodioso. Entre sus muchas colaboraciones de éxito con otros artistas destaca el proyecto "Officium", que llevó a cabo junto con el Hilliard Ensemble en 1993.
El Hilliard Ensemble está compuesto por un contratenor, dos tenores y un bajo, y su repertorio abarca todo el último milenio. Resulta especialmente interesante ver un conjunto que se halla en la vanguardia tanto de la música antigua como de la nueva. Su repertorio incluye además proyectos que aúnan ambos mundos, como en el caso de "Officium", disco en el que cantan polifonía del Renacimiento mientras Jan Garbarek improvisa con su saxofón.
En una entrevista con dos miembros del conjunto Hilliard Ensemble -Steven Harrod y Rogers Covey-Crump- comentan sobre la colaboración de Garbarek: “Hasta finales de la década de 1980, ECM era principalmente un sello europeo de jazz. Tiene muchos seguidores fieles que confían en él y compran todo lo que publica. Conocimos la casa ECM porque estaba grabando música de Arvo Pärt. Al poco tiempo de trabar amistad con él, Pärt nos presentó a la empresa y acabamos grabando Arbos, Passio y Miserere para ECM. Durante ese tiempo de colaboración con ECM vimos claro que a Manfred Eicher le gusta reunir artistas. John Potter, que tenía cierta experiencia con el mundo del rock, creyó que sería apasionante juntarnos con uno de sus músicos de jazz para ver qué podíamos hacer. Eicher estaba pensando en algo parecido, así que, cuando le propusimos conocer a Garbarek, la idea le pareció muy atractiva. Potter presentó luego algún material que, según él, podía funcionar con los planteamientos improvisatorios de Garbarek. Encajamos desde el primer encuentro y todo resultó muy interesante. El plan fue organizado por la empresa discográfica, pues se trataba de algo que no habríamos podido hacer por nuestra cuenta. El proyecto se debe en gran parte a la energía conjunta de Eicher y Potter.”
Con su perfección técnica, Jan Garbarek ha demostrado un gran talento para abarcar los más diversos estilos para incorporarlos a sus composiciones. El resultado no es world music, ni fusión, ni un “todo vale” –en absoluto-. El resultado es un sonido exclusivo de Garbarek. Sus melodías están destiladas y purificadas de todo lo externo. Las melodías trascendentales, con carácter de himno, formales, remotas, ligeramente serias, son su marca personal. Las canciones de Garbarek parecen estar movidas por su creencia utópica en la nota perfecta, la respiración continua y la belleza de la naturalidad sin compromiso. Sus paisajes sonoros son sencillos y convincentes, aunque al mismo tiempo son inmensamente complejos.
Otros discos destacables son:
“Song for Everyone” (1985) de Shankar, junto a los virtuosos Zakir Hussain en tabla y congas, y Trilok Gurtu en percusiones. En este disco llama la atención el uso de una caja de ritmos electrónica. Alternan un tema con ella y otro basado en percusiones orientales. Ví un recital que suena semejante a la grabación de estudio. Se debe a que utilizaron los mismos patrones rítmicos. Lo disparan como una base y sobre ella construyen lo demás.
“Madar” (1994) es mucho más despojado en instrumentación. Garbarek en los saxos, Anouar Brahem en oud, y Ustad Shaukat Hussain en tabla. El sonido va de la mano con el silencio, alternados en forma mágica. Estructuras simples en apariencia, sin apuros.
“Visible World” (1996) es justamente eso: lo mundano, lo conocido. Vuelven los instrumentos y las melodías más previsibles, sumamente atractivas. Una gran banda: Rainer Brüninghaus en piano y teclados, Eberhard Weber en el bajo, Marilyn Mazur en percusión y batería, Manu Katché en batería, Trilok Gurtu en tabla y Mari Boine, la cantante lapona (interviene en la última canción del disco). Garbarek no solo toca los saxos, sino que interpreta teclados, percusión y clarinete Meraaker. Algunas composiciones son parte de “Mangas Coloradas Suite”, involucrando a descendientes del Jefe Chiricahua Apache Mangas Coloradas. Otras fueron hechas para el TV ballet “Bonn” y una película llamada “Trollsyn”. Es una recopilación astutamente ordenada.
“In Praise of Dreams” (2004) parece la continuación de “Visible Worlds”, aunque incorpora texturas contemporáneas como sintetizadores, loops y samples.
En su gira actual Garbarek está acompañado de nuevo por sus antiguos compañeros musicales. La percusionista americano-danesa Marilyn Mazur con su enorme arsenal de címbalos, gongs, campanas y tambores, tocando un maravilloso tapiz de ritmos de baile. Esta percusionista es un arroyo cargado de diversidad, y su sonrisa femenina demuestra el poder y la empatía que hay detrás de la música. Ella es una persona que llama la atención, un espíritu de la Tierra, un hada o duende y alguien muy querido por el público.
Eberhard Weber está en el bajo, tocando su instrumento especializado que le permite “cantar” entonaciones que no son comparables con las de otros bajistas. Consigue liberarse de las esclavas restricciones del ritmo, sin dejar de edificar la estructura que constituye la columna vertebral de la banda y da estabilidad a la música. Es un virtuoso en todos los sentidos, independientemente del estilo.
El pianista, Rainer Brüninghaus, también alemán, tiene todas las herramientas del jazz y de la música clásica a su disposición. Siempre muy consciente de la atmósfera y la tensión del momento, su especialidad consiste en extender la alfombra de sonido para los paisajes sonoros del grupo. Sus acordes poseen una maravillosa sonoridad y le encanta jugar con los sonidos. Su acentuada manera de tocar esboza los temas al tiempo que obliga a todo el grupo a realizar su viaje musical.
Los grandes músicos ofrecen a sus oyentes invitaciones irresistibles. Jan Garbarek invita a que nos acerquemos a lugares inverosímiles. A paisajes míticos en los que todo es exactamente lo que es. Al corazón y al sonido de su voz sin palabras que canta elogiando la felicidad suprema
www.goldbergweb.com/es/magazine/interviews/
www.musicolog.com/garbarek_about.asp
www.syntorama.com/cas/artistas/
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