En el cine y la televisión se puede observar en ocasiones cómo un sonido intenso, como una explosión o el ruido de algún aparato, quiebran objetos de vidrio o cristal. A veces se puede ver también cómo algunos cantantes pueden lograr el mismo efecto con el solo uso de su voz. Aunque se trate de efectos especiales, el destrozar un objeto de vidrio o cristal con la voz no es imposible, sino realizable, si bien son pocos quienes pueden lograrlo.
El sonido está formado por ondas, que son una serie de cambios de presión que se mueven a través de un medio. En algunos casos el medio es el aire, en otros el agua, y en otros un objeto sólido. Cuando un objeto vibra, emite ondas a determinada frecuencia, dependiendo del material, el tamaño y otros factores. Sus moléculas están en movimiento, el que a su vez ponen en movimiento las moléculas del aire (u otro medio). El tono del sonido está determinado por la frecuencia en la que se producen las ondas, contadas en pulsos por segundo o hertz. El volumen o intensidad es lo que determina la cantidad de energía del sonido.
Ahora bien, dependiendo de la forma, el tamaño, el material y otros factores, un objeto producirá sonidos de una frecuencia determinada. Cuando el objeto recibe sonidos, empezará a vibrar por la energía del movimiento del aire en su superficie, mientras el sonido se disipa en su interior. Pero si el sonido es de la misma frecuencia que la que produce el objeto, éste vibrará con mayor energía, pues su vibración natural será fortalecida con la del aire a su alrededor. A este efecto se le llama "resonancia".
El vidrio y el cristal pueden vibrar en resonancia con el sonido correcto. A diferencia de las cuerdas de un piano o la membrana de un tambor, el cristal y el vidrio no son muy flexibles; sus moléculas no se desplazan mucho entre sí como para permitir una gran deformación.
Cuando un objeto hecho de estos materiales, por ejemplo una copa, recibe sonidos en la misma frecuencia en la que lo puede producir, vibrará en resonancia. Si el sonido es de gran energía, la copa vibrará con más fuerza. Si se alcanza la energía suficiente, el material no soportará la deformación inducida por la vibración, y se quebrará.
El vidrio de las ventanas, vasos y otros objetos es relativamente suave, vibra poco y de forma irregular, por lo que no es sencillo quebrarlos con el solo uso de la voz. Si se los golpea, producirán un ruido sordo, sin mucha vibración. Por el contrario, una copa de cristal producirá un sonido más largo y agudo, y resonará mejor con otra fuente de sonido de su misma frecuencia. Son por lo tanto más suceptibles de quebrarse con el sonido adecuado.
Pocas personas pueden producir las notas correctas y la intensidad necesaria para quebrar vidrio o cristal con el sonido de su voz, e incluso muchos cantantes profesionales de ópera tendrían problemas para lograr esa proeza. Sin embargo es realizable, y una muestra interesante del poder de la voz humana.
www.cablenet.com.ni/curiosidades/index.html
El sonido está formado por ondas, que son una serie de cambios de presión que se mueven a través de un medio. En algunos casos el medio es el aire, en otros el agua, y en otros un objeto sólido. Cuando un objeto vibra, emite ondas a determinada frecuencia, dependiendo del material, el tamaño y otros factores. Sus moléculas están en movimiento, el que a su vez ponen en movimiento las moléculas del aire (u otro medio). El tono del sonido está determinado por la frecuencia en la que se producen las ondas, contadas en pulsos por segundo o hertz. El volumen o intensidad es lo que determina la cantidad de energía del sonido.
Ahora bien, dependiendo de la forma, el tamaño, el material y otros factores, un objeto producirá sonidos de una frecuencia determinada. Cuando el objeto recibe sonidos, empezará a vibrar por la energía del movimiento del aire en su superficie, mientras el sonido se disipa en su interior. Pero si el sonido es de la misma frecuencia que la que produce el objeto, éste vibrará con mayor energía, pues su vibración natural será fortalecida con la del aire a su alrededor. A este efecto se le llama "resonancia".
El vidrio y el cristal pueden vibrar en resonancia con el sonido correcto. A diferencia de las cuerdas de un piano o la membrana de un tambor, el cristal y el vidrio no son muy flexibles; sus moléculas no se desplazan mucho entre sí como para permitir una gran deformación.
Cuando un objeto hecho de estos materiales, por ejemplo una copa, recibe sonidos en la misma frecuencia en la que lo puede producir, vibrará en resonancia. Si el sonido es de gran energía, la copa vibrará con más fuerza. Si se alcanza la energía suficiente, el material no soportará la deformación inducida por la vibración, y se quebrará.
El vidrio de las ventanas, vasos y otros objetos es relativamente suave, vibra poco y de forma irregular, por lo que no es sencillo quebrarlos con el solo uso de la voz. Si se los golpea, producirán un ruido sordo, sin mucha vibración. Por el contrario, una copa de cristal producirá un sonido más largo y agudo, y resonará mejor con otra fuente de sonido de su misma frecuencia. Son por lo tanto más suceptibles de quebrarse con el sonido adecuado.
Pocas personas pueden producir las notas correctas y la intensidad necesaria para quebrar vidrio o cristal con el sonido de su voz, e incluso muchos cantantes profesionales de ópera tendrían problemas para lograr esa proeza. Sin embargo es realizable, y una muestra interesante del poder de la voz humana.
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